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Hablar de tallas es como preguntar la edad después de los 30: innecesario.

Es que las medidas, al igual que los años, no definen nada. El estilo no es talla 6 o talla 10, talla S o talla L, el estilo no te queda holgado o apretado; porque las prendas podrán tener etiquetas, pero no hay medidas para determinar la esencia.

Y esa, lamentablemente, no está a la venta. Aunque si lo estuviera, esta sería una guía de instrucciones para tenerla:

– Aprende que la moda es como el helado, puede haber muchos sabores pero siempre tendrás unos favoritos. A algunos les gustan con toppins (accesorios – estampados), a otros sencillos. Unos prefieren los dulces, otros los cítricos (gama de colores). Pero cuando sabes cuáles son tus preferidos, empiezas a definir tu estilo. -Aunque eso no significa que nunca más vayas a probar algo nuevo, significa que siempre lo vas a acompañar de tus favoritos-

– Saca del carrito de compras todas las frases relacionadas con: “eso es para una flaca”, “me veo muy exagerada”, “no sabría cuándo ponérmelo” pero sobre todo “me gusta mucho, pero me siento muy rara”.

– Ponle mute a tus pensamientos y déjate aconsejar por el espejo. A veces lo que creemos que se ve mal, no nos deja ver cosas que no se ven… nada mal.

– Aprende a diferenciar lo que te suma y no te resta, lo que te resalta y no te opaca. No es verdad que el negro sea el filtro de adelgazar de la vida real, dale la oportunidad a otros tipos de prendas y verás. Pero arriésgate, así como te arriesgas a escribirle a tu ex.

– Stalkea mucho sin fijarte en la figura del maniquí. Hay cosas que no se ven bien necesariamente por la persona que las lleva, sino por la actitud con la que las lleva.

– Olvídate de las tallas, porque la tuya no es S, M ni L, tu talla es la que no te talla.

Atentamente,

Ana Listas.